PSICOLOGÍA DEL AMOR Y DEL ENAMORAMIENTO

08.02.2022

"El amor romántico es cosa de adultos, no de niños.

No es para niños en el sentido literal, pero también en el sentido psicológico:

no es para aquellos que, sea cual sea su edad, todavía se consideran niños"

NATHANIEL BRANDEN "La psicología del amor romántico"1

En nuestra cultura, cada 14 de febrero festejamos simbólicamente el Día de los Enamorados. Parece existir un cierto consenso en cuanto a que el origen de San Valentín se remonta a una fiesta pagana romana en honor al dios de la fertilidad, Lupercus (Fauno). Tras su prohibición en el siglo V por la Iglesia Católica, y aprovechando la conmemoración del supuesto martirio y la muerte de San Valentín ese mismo día en defensa de las causas amorosas, ésta decidió sustituirla por una festividad más al uso eclesiástico. Como curiosidad, hay que señalar que en esta fecha comienza el período de apareamiento de las aves y que las primeras tarjetas de felicitación surgieron hacia 18402, extendiéndose su forma y uso comercial hasta la fecha actual mediante todo tipo de presentes. 

Pero el amor es mucho más que un único día en el calendario: Es una actitud, un sentimiento más profundo que puede llegar a emocionarnos, que añade dirección y sentido a nuestra existencia. Aquellos que saben amar con el corazón gozan de una mejor salud, son más longevos y disfrutan de una vida más placentera. Porque cuando amamos nos renovamos y ampliamos nuestras fronteras, nos hacemos desinteresadamente más grandes y completos en nuestra humanidad.

Pocos aspectos de nuestra especie han suscitado tanto interés y curiosidad como el componente amoroso. Comprender su funcionamiento, su sentido, su origen o las múltiples formas que adopta ha interesado tanto a científicos y filósofos como a los menos expertos en la materia. En la actualidad, sabemos bastantes cosas respecto del amor: conocemos su neuroquímica, sus bases cerebrales, su evolución, su psicopatología, sus conductas asociadas, sus rituales transculturales... No obstante, todas ellas, resultan insuficientes para comprender en su totalidad el conjunto de la experiencia amorosa debido a la riqueza de matices y a la cantidad de factores que intervienen en su concepción.

En primer lugar, cabría explicar que amor y enamoramiento son dos fenómenos diferentes, aunque ambos se utilicen frecuentemente como sinónimos. Cuando nos enamoramos de alguien (limerencia), y somos correspondidos, todo nuestro ser vibra. Salimos de la rutina, contemplamos la realidad con ojos radicalmente distintos y nuestra existencia gira únicamente en torno a nuestro/a amado/a. Nos encontramos como desposeídos de nosotros mismos, experimentando la más dulce de las ambrosías en su presencia y el más lacerante de los tormentos en su ausencia. Nos sentimos abandonados y destruidos cuando imaginamos su pérdida. Obsesionados con el objeto de nuestro amor, no quiere decir que en realidad, le amemos. Tal y como afirmaba Denis de Rougemont en su excepcional trabajo "El amor y Occidente", los amantes en el fondo están enamorados del amor. El deseo manifiesto y la pasión encendida constituyen el eje central de este estado emocional transitorio. Nos encontramos focalizados en la vivencia de nuestras propias emociones y en el aluvión de sensaciones que aquel a quien amamos nos provoca. Paradójicamente vivimos de puertas para adentro, idealizando, creando una imagen del ser amado a nuestra medida. Rumiando la presunta idea de un amor perfecto e inalterable al paso del tiempo. Y aún a pesar de ser una experiencia incomparablemente mágica posee un trasfondo emocionalmente egocéntrico.

Pero el verdadero amor significa algo muy diferente. Principalmente porque para poder amar a otra persona precisamos, en primer lugar, amarnos y respetarnos a nosotros mismos. Necesitamos aprender a convivir con nuestra persona, aceptándonos, sabiendo gestionar positivamente nuestra propia soledad sin necesidad de huir de ella. Porque amar implica madurez y no dependencia insana. Voluntad y una gran parte de compromiso. Querer significa verternos hacia afuera conscientemente, sabiendo que somos autosuficientes y dignos de ser queridos por nosotros mismos. El amor es también pasión amorosa con nuestra pareja, por la cual sentimos admiración y deseo, con la que compartimos voluntariamente nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos además de un proyecto vital en común.

En palabras del narigudo Cyrano de Bergerac: "el amor es la pasión por la dicha del otro", aceptando sus virtudes y sus defectos con los pies en la tierra. Siendo plenamente conscientes de que la realidad supera muchas veces a la ficción y que la vida no es siempre un camino de rosas. Que, a lo largo de una singladura conjunta, surgirán discrepancias y momentos puntuales de desencuentro que se arreglarán con paciencia, diálogo y generosidad. El auténtico amor es proactivo, respeta la independencia del otro valorando su deseo, libre y sin ataduras, de querer permanecer a nuestro lado. Es una fuerza serena, mesurada y constructiva que aboga por compartir y crear espacios de crecimiento mutuo. Decidir amar a otra persona es siempre un reto maravilloso que requiere valor además de un importante ejercicio de coherencia, equilibrio y humildad...

LA CASA DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA

  • 1. Branden, Nathaniel (2009): "La psicología del amor romántico". Editorial: Paidós.
  • 2. Goldwin, G (2004): "El corazón. Itinerario por sus mitos y significados". Editorial: Espasa.
  • 3. Alberoni, Franscesco (2009): "Te amo". Editorial Gedisa.
  • 4. Fisher, Helen E. (2007): "Anatomía del amor". Editorial: Anagrama.