PARA UNA COMUNICACIÓN POSITIVA EN EL TRABAJO
"La mayoría de las conversaciones son simples monólogos
desarrollados en presencia de un testigo"
Margaret Millar
-Escritora canadiense-
Cualquier profesional, independientemente de su cargo y responsabilidad, es consciente de la importacia que supone saber comunicar de una manera eficiente en su día a día. De ello depende que se generen las sinergias adecuadas, se inicien las acciones pertinentes y se construya un clima proactivo que facilite la consecución de objetivos.
La mayor parte de las compañías son conscientes de que la mejora de la comunicación debe ser una prioridad estratégica en todos los estamentos de la organización. Son muchas de ellas las que desembolsan cantidades ingentes de dinero a consultores externos para que las conclusiones giren, casi irremisiblemente, en torno a áreas de mejora más que evidentes en materia de comunicación.
Para mostrarnos persuasivos no es suficiente con tener claro las principales técnicas a emplear, los fundamentos asertivos o la escucha activa más desarrollada. Comunicar positivamente va mucho más allá de todos estos elementos, los cuales, por supuesto, deben estar también inevitablemente presentes.
Para impactar adecuadamente en nuestros interlocutores y especialmente en los equipos de trabajo, es necesario ser conscientes de la emoción que impregna y energiza nuestro mensaje, así como el objetivo que persigue y las posibles consecuencias de éste. En numerosas ocasiones, una técnica perfecta se ve empañada por una suerte de ceguera afectiva que impide al emisor mostrarse empático, percibir el alto peaje de sus aseveraciones o las nefastas consecuencias a corto, medio y largo plazo: cuando comunicamos desde el yo, estamos más centrados en tener razón, o en aliviarnos, que en llevarnos bien o en comprender las diferentes caras del prisma de aquel que tenemos enfrente.
En este sentido, no es difícil encontrar diferentes ejemplos que describan esta realidad. Cuando nos sentimos atacados, muchas veces lo que pretendemos no es solucionar el conflicto, sino proteger nuestra autoestima a toda costa. Aún a fuerza de deteriorar la relación con una determinada aseveración que, más tarde, el viento va a ser incapaz de llevar muy lejos. Son esos instantes en los cuales tratamos de contrarrestar el ataque percibido con palabras o actos lacerantes que pretender restaurar nuestro maltrecho equilibrio mediante una venganza impulsiva y poco mesurada. Por ejemplo, aprovechando una situación ventajosa, se ridiculiza desafortunadamente a la persona delante de todos sus compañeros del equipo de trabajo.
Son esos ofuscados momentos en los cuales sacamos toda nuestra artillería para tratar de aniquilar las defensas de nuestro "adversario", olvidando que las relaciones en los entornos laborales son de tipo más a medio y largo plazo que a corto. Mañana, muy seguramente, tendremos que volver a tratar con esa persona, a veces en una situación de simetría y otras de asimetría. Sí, los responsables también viven situaciones de asimetría con respecto de sus equipos, pues ser líder no es sólo ostentar un cargo: es un rol que interactúa, oscila y fluctúa con otros roles en situaciones muy variadas de la jungla laboral diaria. Unas veces ocupan los peldaños superiores y otras los inferiores pues las circunstancias son altamente cambiantes.
Sin ir más lejos, un momento de enfado no debe empañar el hecho de que mañana tengamos que pedirle puntualmente a esa persona que haga algo que vaya más allá de su horario, sus prioridades o funciones. Lo que se conoce como "arrimar el hombro", al más puro estilo del liderazgo transaccional clásico. Durante el trasiego diario pueden producirse desencuentros y colisiones, como parte espontánea de la rutina laboral, pero esto no significa que éstos deban abordarse desde un plano beligerante en el que una parte precise desintegrar a la otra. Especialmente sin dejarle la más mínima salida o un escueto soplo de aire fresco.
La comunicación positiva tiene mucho de negociación basada en principios, con un envoltorio colaborativo, en lugar de en posiciones. No es un simple duelo de egos, en el que el reto consiste en conseguir demostrar a cualquier precio quién tiene razón. Tampoco es un juego de suma cero en el que para que yo gane, tu debes perder necesariamente. Para comunicar positivamente es preciso comprender por entero nuestro estado afectivo de partida, no perder de vista que se trata de consensuar en lugar de imponer y de valorar objetivamente que ambas partes deben salir beneficiadas en alguna proporción.
Para poner en práctica la comunicación positiva, se necesita perspectiva, generosidad y un marcado afán constructivo. Implica trascender nuestros estados anímicos, una vez identificados, lo cual no es nada sencillo cuando nos encontramos en medio de la vorágine. Anticipar nuestro patrón de respuesta natural puede ayudarnos a obtener las pistas necesarias para aprender a gestionar las situaciones más sensibles de una manera ventajosa. Razón, emoción e intencionalidad positiva deben ser las líneas maestras de nuestra conducta como líderes. Si no somos capaces de entendernos a nosotros mismos, es ciertamente complejo que podamos comprender a los demás. ¿Te comunicas para entender mejor y construir o simplemente para tener razón?.
Marcos Martínez Jurado
LA CASA DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA