IMAGINA QUE SE RÍEN DE MÍ: ANSIEDAD SOCIAL

27.06.2022

"Tienes que saber cómo aceptar el rechazo y como rechazar la aceptación" 

Ray Bradbury 

- Escritor estadounidense de ficción-

En algún momento de nuestra vida, todos y cada uno de nosotros, hemos sentido miedo a alguna situación que implicara algún tipo de exposición social. Hablar en público, aparecer sobre un escenario, ser preguntado por un extraño en la calle, exponer un trabajo en clase, un examen oral ante un tribunal, un inesperado resbalón en el metro o una participación forzosa en una reunión de trabajo pueden ser, a priori, escenarios poco tranquilizadores para una parte importante de la población. Hasta aquí, podemos hablar de un sentir bastante habitual y generalizado en algunas culturas del mundo, como la nuestra. No obstante, cuando el miedo desproporcionado se apodera de nosotros, la sola idea de poder ser juzgados negativamente por los demás activa una febril sintomatología y un potente mecanismo evitativo que puede llevarnos a rehusar de cualquier circunstancia que conlleve una evaluación pública. Cuando esto sucede, puede cristalizar en lo que denominamos Trastorno de Ansiedad Social, también conocido como Fobia Social. 

Cada vez más personas trasladan su angustia acerca de la intensa timidez, o la vergüenza, que experimentan cuando tienen que exponerse en público. Por poner un ejemplo, una exitosa ejecutiva con más de veinticinco años de experiencia en el sector farmacéutico, refería que "el corazón se le salía del pecho". Sentía un nudo opresivo que le impedía que sus pulmones se llenaran de aire, sudoración, malestar general, turbación psicológica, parálisis, temblores, inquietud, retortijones, tartamudeo y una imparable cadena de pensamientos catastrofistas en la reunión de cada martes en su compañía. Lo curioso es que toda esta sintomatología comenzaba ya a hacerse palpable la tarde anterior, con solo imaginar el momento en el que le tocara exponer su resumen semanal frente a sus compañeros. Su estado de ánimo cambiaba, entonces, oscureciéndose radicalmente y llegando hasta el punto de tener que asistir bajo los efectos de algún ansiolítico suave a dicha reunión. Por otro lado, un estudiante de tercer año de Administración y Dirección de Empresas comentaba haber renunciado a salir con sus amigos de fiesta por las noches, debido al pánico que le producía la idea de tener que entablar conversación y relacionarse con desconocidos que pudieran burlarse de él. 

Ambas son sólo dos muestras, bastante representativas, del martirio que muchas personas experimentan en su día a día en situaciones sociales. Aunque existen estudios que indican que el inicio de este trastorno suele producirse generalmente entre la preadolescencia y la juventud, también puede presentarse de manera súbita a raíz de una experiencia vivida, percibida como traumática e incontrolable. Imaginemos, por ejemplo, un teatro lleno hasta la bandera de espectadores y, de repente, una colección de rugidos en Si bemol menor de nuestro estómago. Piensa en todo el patio de butacas sonriendo, vuelto hacia atrás, mientras nos hacemos pequeñitos y deseamos que nos trague la tierra... Para algunas personas, puede suponer un momento cómico, pero para otras..., una experiencia que puede provocar una dolorosa impronta permanente. 

Algunos expertos señalan que, aun cuando la causa exacta de su aparición se desconozca, este trastorno puede correlacionar con algunos rasgos de personalidad, patrones de conducta de los padres, timidez, baja autoestima o un déficit de habilidades sociales. No obstante, suele existir bastante consenso clínico respecto del origen aprendido/adquirido de este tipo de temores sociales. Las experiencias de humillación, por ejemplo, suelen encontrarse especialmente ligadas a la vergüenza, la timidez y la conducta evitativa futura. 

A colación de esto, conviene tener muy presente que uno de los criterios fundamentales que deben seguirse a la hora de consultar a un profesional, deben ser el impacto resultante en nuestra vida cotidiana, el malestar continuado y su efecto limitador. Actualmente, existen diversos enfoques y terapias que han mostrado resultados muy positivos en el tratamiento de esta afección. Los trastornos de la ansiedad ocupan uno de los lugares más relevantes en la sociedad actual: la denominada Era de la Depresión ha dado lugar a la actual Era del Estrés y la Ansiedad. Este efecto puede potenciarse, en gran medida, por la continua sobreexposición de las redes sociales, el hábito de relacionarnos exclusivamente detrás de una pantalla o a la falsa creencia de tener que mostrar siempre una imagen perfecta. 

A estas alturas, tal y como mencionaba el inmortal Aristóteles y posteriormente el psicólogo Elliot Aronson, es incuestionable que el ser humano es un animal social. Por esta razón, resulta prioritario conceder la atención necesaria a todo aquello que pueda atentar contra nuestra capacidad de relación. De la posibilidad de gozar de un vínculo sano y saludable con los demás, se deriva una parte esencial de nuestra felicidad y potencial resiliencia ante los acontecimientos más retadores de nuestras vidas. Las personas con mayor número de relaciones personales de calidad poseen una mejor respuesta de su sistema inmune, experimentan un mayor bienestar y viven durante más tiempo. En algunos círculos, suele afirmarse que la soledad cercena más vidas al año que la propia adicción al tabaco. Por ello, no debemos permitir que la tupida retícula del miedo nos atore, mucho más cuando ésta es principalmente imaginada, anticipatoria y tiene buen pronóstico de solución. Con esfuerzo, tesón y paciencia somos capaces de conseguir lo que nos propongamos... ¡Y mucho más cuando hay tantas personas, ahí fuera, con las que compartir buenas historias, momentos y anécdotas!   

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