FELICIDAD Y PSICOLOGÍA POSITIVA

13.04.2021

El enigma de la Felicidad es algo que ha interesado a los seres humanos desde la antigüedad. Para los filósofos griegos, ésta era una cuestión clave muy estrechamente relacionada con la virtud, la ética y la forma de conducirse en la vida. Algunos de ellos pensaban que la verdadera Felicidad sólo podía alcanzarse mediante el ejercicio de nuestra sabiduría y la excelencia en nuestra conducta, lejos de los placeres inmediatos del cuerpo y los sentidos. Otros consideraban la evitación del sufrimiento a toda costa y el disfrute de los pequeños privilegios como otra forma de dibujarla en nuestro horizonte. 

El legado de su pensamiento ha llegado hasta nuestros días, impregnando todos los ámbitos de nuestra vida desde la esfera personal más íntima a la social e, incluso, la laboral. A pesar de las grandes diferencias culturales entre oriente y occidente, todas las sociedades han deseado encontrar, a su forma, las vías regias hacia la anhelada felicidad. Hoy ésta se evalúa en muchos países del mundo, elaborándose completos reportes que impregnan posteriormente muchas de las decisiones políticas, sociales, culturales y económicas.

A finales del siglo pasado, el brillante psicólogo Martin Seligman, dio forma a una manera más completa e integrada de entender la Psicología. Tras la terrible Segunda Guerra Mundial, la práctica clínica se centró en paliar los estragos del conflicto bélico en todo el mundo. Las múltiples secuelas psicológicas, como la depresión, la ansiedad, el estrés, los trastornos post-traumáticos o las demencias, ocuparon la escena y los esfuerzos de los expertos en salud mental. La academia centró su interés científico en los procesos psicopatológicos humanos, relegando la vertiente de la afectividad positiva y el desarrollo humano a la mínima expresión. 

Con la entrada de la Psicología Positiva en escena, se amplió la perspectiva a la hora de acercarnos con mayor objetividad a las posibilidades de nuestra mente y de dar respuesta sus necesidades más básicas de crecimiento y desarrollo. Bebiendo de las fuentes de la Psicología Humanista y de muchos otros enfoques tradicionales, logró dar forma a un cuerpo teórico y práctico, poniendo foco en las virtudes y fortalezas del ser humano, en lugar de abordar únicamente el tratamiento de sus carencias. Tan importante era acompañar y sanar a las personas en sus padecimientos como explorar sus facetas relativas a sus posibilidades y sus valores positivos.

Conceptos como gratitud, optimismo, humildad, civismo, amor, justicia o esperanza comenzaron a introducirse en nuestra vida cotidiana, llamando la atención del gran público, de la industria del entretenimiento, de la cultura, la economía o la política. Si necesitamos una sólida evidencia de ello, no tenemos más que darnos una vuelta por cualquiera de las librerías más populares y observar la proporción de "Best Sellers" relativos al autoconocimiento, a nuestro desarrollo personal y competencial, rumbo a El Dorado de nuestras mejores versiones.

Y entre toda esta avalancha mediática, conviene sacar el cedazo y proceder a una criba de esta ingente oferta, amplificada por la viralidad y el alcance de las redes sociales. Todos intuimos, y sabemos de alguna forma en nuestro interior, que la auténtica Felicidad se esconde más allá del consumo de una determinada marca de pantalones, de una multipropiedad kilométrica o de vivir como un eremita, alimentándonos exclusivamente del aire que respiramos mientras nos vestimos con harapos habitando en una tinaja. 

Cuando hablamos de Felicidad, hablamos de equilibrio entre emoción y razón. Hablamos de paz y de calma. De reposo y serenidad, de balance y resiliencia ante los inevitables imponderables de la vida. Hablamos de algo que podemos moldear, en una proporción importante, con nuestras manos y conferirle un sentido propio y trascendente.

A lo largo de las diferentes entradas de este acogedor blog, nos apoyaremos en la Ciencia y la experiencia humana, para descubrir todo aquello que suma y nos orienta desde dentro hacia lo posible. Porque somos los arquitectos de nuestra propia trayectoria, con sus defectos y sus limitaciones, pero con un maravilloso margen de mejora y aprendizaje. Somos humanos, somos finitos pero, a la vez, somos eternos...


La Casa de la Psicología Positiva