ESPERANZA PARA LIDERAR
"Pintarse la cara, color esperanza:
tentar al futuro con el corazón.
Saber que se puede, querer que se pueda.
Quitarse los miedos, sacarlos afuera…"
"Color Esperanza"
Diego Torres
Infundir Esperanza es, muy seguramente, uno de los retos más complejos y necesarios que cualquier líder en la actualidad puede acometer. Ésta es una de las cuatro dimensiones esenciales del constructo denominado "Capital Psicológico" (Luthans & Luthans, 2004). Es decir, de uno de los bienes más preciados con los que cuenta cualquier compañía, opere en el sector que opere.
Como bien es sabido, la Esperanza va de la mano con el Optimismo, la Resiliencia y la Autoeficacia. Ésta no suele enseñarse en las escuelas de negocios de manera habitual, si bien cada vez ocupa un espacio mayor en el discurso y la práctica de los líderes positivos. Vivir con Esperanza requiere mirar al futuro con las luces largas, con la confianza que aporta la conciencia de que el éxito depende en parte de sentirnos partícipes de nuestro propio destino.
No hay fórmulas mágicas, pero sí una manera de articular nuestra mente con el lenguaje de lo posible: la Esperanza debería ser el último de los bastiones en ser rendidos cuando las dificultades de la vida se empeñan en rodearnos con sus espirales brumosas. Ésta implica identificar el camino de baldosas amarillas que nos lleva hacia todo aquello que depende de nosotros. Hacia una visión de futuro basada principalmente en que las cosas no pueden ser tan malas, al final del sendero. Y, si lo son, quedarán otras alternativas en las que poder guarecernos del vendaval para reorientar nuestro rumbo. Porque cuando esperamos lo mejor del futuro, nuestro prisma de la realidad se configura de tal manera que aprendemos a convivir mejor con la incertidumbre, a automotivarnos sin esperar una palmadita en la espalda y a poner foco en nuestras habilidades.
Dice Kim Cameron que pocas cosas existen más inspiradoras que la energía positiva que desprenden algunos líderes. De su capacidad para acompañar a sus equipos en la superación del miedo al cambio y convertirlo en un acicate motivador capaz de mover montañas, depende una gran parte del porvenir de las corporaciones contemporáneas. La cultura del esfuerzo y de la resiliencia ante las decepciones es uno de los aliados más sólidos con los que cuenta un responsable de personas. Saber trasladarla y traccionarla, a modo de palanca, es una de las cosas que se aprende con el tiempo, el entrenamiento y la experiencia.
Por otro lado, la Esperanza debe ir siempre vestida de propósito. Imprimir un sentido a todo lo que hacemos es, a todas luces, una garantía de perseverancia en nuestras metas. La falaz rueda del hámster es un artefacto obsoleto que conviene apartar en el desván de las épocas pasadas. La sociedad del conocimiento, bien entendida, pone a nuestro alcance una serie de recursos y de medios que posibilitan el pensamiento crítico y permiten afinar nuestro aparataje de navegación. Porque ya no quedan naves que se dirijan ciegamente a los confines de un océano desconocido que se suponía plano y poblado de fieros dragones: hoy queremos saber hacia donde nos dirigimos, cuando vamos de camino a esa línea del horizonte por la que sale el sol…
LA CASA DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA