Entrevista En Positivo: PATRICIA VALLECILLO, Madrid - 1974 (Escritora)

20.10.2021

La forma escrita de las letras me cautivó apenas empecé a hablar. Mi abuelo me hizo el piadoso regalo de enseñarme a escribir antes de la edad establecida académicamente, tras observarme trazar compulsivamente renglones y renglones de rayajos, porque yo quería contar cosas en el papel, pero no sabía cómo. Con la lectura sucedió lo mismo. No podía demorarme en el acopio de todo aquello que me hiciera feliz. Como la inmensa mayoría de mi generación, me centré en "labrarme un futuro productivo" y escribir quedó relegado a un par de horas de relax tras la cena. Leer, escribir, hacer deporte y el tiempo con mi familia, que por supuesto incluye a Happy, mi perrete, son los ingredientes imprescindibles en mi vida. Todo ello aderezado con café y música, mucha música, y los encuentros con amigos de diferentes ámbitos.

Espero que disfrutéis leyendo LAS ABEJAS DE MALIA tanto como yo escribiéndolo ¡Y releyéndolo!: cuando me preguntan por qué, cómo es que..., respondo que tuve que escribir el libro que tanto echaba en falta leer.


· Patricia, ¿Cuáles piensas que son las tres fortalezas principales que mejor te definen y por qué?

Templanza, Trascendencia, Humanidad-Amor. Sin ellas, no me servían las demás. De la primera, no tenía ni pizca. De la última, habían quedado cenizas.

Tuve que desarrollar una y realimentar la otra para superar/soportar una situación difícil, y me han regalado mucho más que bienestar: esperanza. La Trascendencia fue la primera a la que me aferré, así que, en mi caso, me parece la base angular de las tres.

· ¿Nos compartirías un par de pequeños placeres confesables, de esos que te hacen sentir bien?

Confesables:

Deporte: Lo mezclo con música, mi gran vicio. El resultado son unas carreras que me hacen volar, siempre al aire libre. Que no me metan en un gimnasio, salvo que sea de artes marciales o yoga.

Comer: Dulce o salado, lo que sea. Y los desayunos, brutales. Todo... lo que no sea carne.

Inconfesables:

Cantar "horrorosamente" cuando estoy sola porque soy una enferma de la música.

Reírme, a veces en una situación políticamente incorrecta; eso sí, cuando creo firmemente que mi objeto de burla, además, se lo merece (la última vez fue escuchando a un negacionista diciendo: "yo voy a comer toda la carne que me dé la gana", no pude evitar desear que Hannibal Lecter apareciera a su lado y le dijera lo mismo); en algún lugar de mi ser sigue brillando una pizca gorda de maldad.

· ¿Qué es lo que realmente te hace concentrarte, fluir y ser tú, hasta el punto de que se te olvide mirar el reloj?

Escribir. Es angustioso mirar el reloj y ver que ya han pasado tres horas en lo que me ha parecido un minuto. Antes temía no ser capaz de inventar la historia, los personajes, sus cualidades personales y físicas... ahora sé que soy como un títere en sus manos: ellos mueven mis dedos sobre el teclado, hacen su historia, se perfilan, se desenvuelven, se revelan como lo que es cada uno, y yo me dejo "utilizar", y al final me encuentro leyendo lo que acabo de escribir, a veces en un estado de total alucine.

También cuando toca indagar para seguir escribiendo, como labor me absorbe, porque le he cogido un gran placer a estudiar todas las curiosidades con que alimento el contexto y la faceta "intelectual/pedagógica" del libro.

· ¿Qué cosas crees que dan, realmente, sentido a tu vida?

Creo que descubrí accidentalmente el pensamiento de Viktor Frankl hace muchos años, antes de leerle, cuando para soportar todas las horas de jornada laboral -porque me daba rabia pasar tantas horas allí- descubrí que si me empleaba a fondo en cada detalle de cada tarea, totalmente concentrada, las horas pasaban rápido, y el propio trabajo había propiciado ese "milagro", con los consecuentes efectos favorables que traía. Era como cuando empecé a estudiar por estudiar y las buenas notas fueron el colindante.

Desde entonces, he tratado de emplearme a fondo en cada tarea, cometido, situación... allá donde me correspondiera estar. Y ahora, desde luego, escribir se lleva la palma. Porque es un placer inmenso que se puede reconocer como labor.  

·  Háblanos de una de tus grandes pasiones: la escritura.

¿Cómo llegaste a ella?

Muy pequeña, me tuvo que enseñar mi abuelo, porque no podía esperar a aprender en el cole. Mis dibujos se convirtieron en comics. Con once años inicié un diario que con el tiempo se convirtió en un cuaderno de desahogo, ensayos, historias, poemas... 

¿Cuánto tiempo te llevó prepararte para alcanzar el nivel que tienes ahora y cómo lograste escribir tu primer libro "Las abejas de Malia"?

El tiempo se llevó solo... y no sabía qué nivel tenía. A veces recibía críticas magníficas, pero de gente que me quería, y por tanto, me parecían subjetivas: no podía tomar su opinión en serio. Tampoco sabía que me preparaba; de noche, tras las cenas, me daban las tantas escribiendo. Era una forma de expresarme, relajarme, disfrutar... Como los patines: no recuerdas como aprendiste, sólo sabes que cada vez te deslizas mejor hasta que sientes que te llevan ellos.

Háblanos de él, ¿qué podemos encontrar en sus páginas y por qué deberíamos leerlo?

En sus páginas encontraréis el libro que yo deseaba leer, tras haber disfrutado tantas novelas, excelentes, pero que terminaban definitivamente. Echaba en falta algo que me narrara una historia y al mismo tiempo me alimentara. Algo que se quedara en mí, que al cerrar la contraportada por última vez no se batiera la puerta a la realidad de una manera tan drástica. Que te dejara un sabor nuevo en el alma. Que fuera un libro tras el cual no vuelvas a ser la misma persona que abrió la primera página. 

· ¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión y cómo te hace sentir?

Estoy en continua reflexión con la vida. De repente, muchas cosas cobran sentido, completan un tramo del laberinto del que hablo en mi libro, y siento un fuerte deseo de comunicarlo. Tantos años empiezan a dar frutos, pero no son definitivos. El laberinto regenera sus paredes continuamente.

Escribir me permite compartir todos esos momentos de descubrimientos y conclusiones a través de mensajes, que deseo transmitir, recreando -gracias a mis personajes-, las vivencias que ayuden a entenderlos.

    · ¿Qué significado tiene para ti?

    Significa más que una vocación: mi destino. Nunca supe "para qué servía yo". Y mientras trataba de averiguarlo, escribía y escribía... y leía.

    Por fin me doy cuenta de que siempre estuvo conmigo pero no aparecía en la "lista de vocaciones válidas" de entre las cuales te obligan a elegir.

    · ¿Qué es para ti la Felicidad?

    Creo que no es sólo encontrar unas metas, un don, algo que te ayude a superarte... Creo que la Felicidad inalterable, la que se convierte en esa luz que ya te va a acompañar en todos los momentos buenos y malos, es la oportunidad de hacer algo importante; eso que se revela como una "misión" que a cada uno le está reservada. Yo estoy haciendo algo que me hace feliz: escribir. Pero esta actividad está trascendiendo al objetivo de aportar algo necesario: un granito de arena en el progreso, o un escollo al retroceso que éste parece estar sufriendo.

    · ¿Qué hábitos saludables sueles poner en práctica habitualmente?

    Mens sana in corpore sano: Cuido mucho la alimentación, pero sin amargarme. Y hago deporte. Controlo la respiración en momentos de tensión.

    Por otro lado, no menos importante: salgo a la calle (gracias al perro, que me sacó de un aislamiento atroz hace cinco años), donde hablo con mucha gente. Les escucho, soy amable, porque hace falta amabilidad. Falta amabilidad. De momento, es todo lo que puedo hacer, es una tirita provisional; porque a largo plazo, sueño con que mi libro complete la especie de vacunación contra la desdicha que necesita el mundo. De momento sonrío y dedico tiempo donde hace falta. No pierdo la oportunidad de hacer favores a quienes no me los hicieron, en nombre de aquellos a quienes no se los puedo devolver: soy muy fan de la cadena de favores. Este mundo necesita que unos pocos empecemos a remar contra la corriente de maldad que se ha desatado, y ganemos "remeros".

      · ¿Cómo planificas las metas, en tu día a día, y qué te motiva para conseguirlas?

      Yo tengo una batalla entablada contra Cronos: cada hora productiva que le gano me sube el ánimo como si me llevara puntitos extra de energía que alimentan mi ánimo.

      Me parece esencial el punto de partida: Cada día, madrugo. Y según lo que toque, paseo al perro o salgo a correr con él por un circuito que voy variando para pasarlo bien... dentro de lo que mucha gente considera sufrimiento: yo las gozo horrores.

      Creo que mantener firmemente un buen punto de partida es esencial. Si por lo que sea (me quedo dormida, estoy embobada, lenta, tristona...) se me descalabra el comienzo, el resto del día voy a andar como si se me hubieran imantado los pies y se me fueran pegando todos los cacharros que encuentre a mi paso.

      Paso la mañana cumpliendo obligaciones propias de todo mortal: hijos, abuelos, perro, comida, casa, gestiones varias, etc, etc... (se dice rápido, pero... qué bien vivía "trabajando oficialmente").

      Aprovecho ratos sueltos para leer. Unas veces temática relacionada con lo que escribo, otras una novela que, aunque no me aporte información, sí me suponga un enriquecimiento del medio con que escribo (vocabulario, dinámica, etc... ). Otras veces me entrego al vicio de leer cosas que escribe mi propio maestro griego (qué le vamos a hacer, es mi debilidad y soy humana).

      Por la tarde, nada más comer, renuncio a la tele, a toda costa, salvo alguna excepción muy, muy rara. A veces cae una pequeña siesta. El cuerpo sabe. Y paso unas tres o cuatro horas escribiendo. El remordimiento me pinza a veces por mis hijos. Pero me aferro al hecho de que yo también pasaba sola unas horas con mis cosas de pequeña, y estaba tan feliz.

      · ¿Qué estrategias sueles emplear para capear los momentos personales más difíciles?

      Hace unos veinte años, harta de esa tristeza pegajosa que te salta por cualquier tontería y ya no te deja, me hice una cajita muy mona. Y en ella empecé a guardar notas donde apuntaba cosas que suceden, cosas muy bonitas, especiales, que nos ocurren cada día pero se nos olvidan. Cada vez que lo pasaba mal por algo abría la caja, leía todo aquello, y la vida se volvía maravillosa de golpe.

      Ahora esa cajita la tengo en mi cabeza. Cada vez que veo o me ocurre algo hermoso lo memorizo, lo grabo con fuerza. Cuando tengo un momento malo me traslado al momento de euforia en que días antes bajé una cuesta con mi perro corriendo al lado y mi canción favorita sonando, o cuando una niña me llamó "princesa" por vivir al lado de un castillo, o cuando un potrillo se unió a mi carrera, y tantas cosas más... Alguien dijo una vez que la mente es muy puñetera porque sólo recuerda lo malo. Y eso hay que contrarrestarlo.

      · ¿Cuál piensas que es tu mejor aportación a este mundo?

      Mi libro. Va a ser la bomba, ja,ja...

      La educación que le he dado a mis hijos. La próxima generación puede llevar el siguiente cambio de eslabón. Y los pequeños gestos: hay que motivar a la gente alrededor para que no pierdan la fe en los demás. Tenemos que ser el antídoto contra ese sector que está envenenando los ánimos de todo el mundo, o esto acabará como una peli de zombis (que por cierto confieso que no los soporto; me enfurecen, y no sé por qué)

      · ¿Qué persona es un referente positivo en tu vida?

      En este momento, a nivel muy próximo, mi amigo Marcos: me ha insuflado mucha esperanza y comprensión. Me ha dado el respaldo que necesitaba, tras tantos años sumida en un entorno que me había hecho olvidar que hay más gente como nosotros.

      Aparte, en la calle, ahí fuera, hay personas increíbles que "no son mis amigos", "no son de la familia", "no son nada mío"... y todas esas cosas que escuchas de ellas en tu entorno más próximo. Y la verdad: para no ser nada, son maravillosas y me pueden cambiar un mal día en un pequeño rato.

      Y por supuesto, en un espacio de tiempo más prolongado, desde muy atrás hasta la actualidad: un profesor que se ha mantenido como el faro hacia el que siempre he podido virar en las tempestades. Mi baluarte ideológico y mi ejemplo a seguir de lucha e integridad, de ánimo imbatible, de crecimiento continuo. Verle mantenerse en su lucha me ha dado fuerzas para la mía. Fue y sigue siendo esa parte de Icetas (el maestro griego de mi libro) que se inclina para agarrar fuerte tus manos y levantarte, en medio de la claridad que él mismo representa.

      · Un último deseo, de corazón, con el que quieras terminar esta entrevista...

      Que mi libro sirva de guía a todo aquél/aquella que lo lea (sobre todo a los más jóvenes); que nos reconduzca a valores que se están perdiendo; que suponga al menos un primer paso para acercar a las personas a recuperar o ganar esas Fortalezas y Virtudes Universales de las que creo que carece demasiada población. Y que inspire la clase de amor que movería el mundo en una dirección más adecuada hacia la Felicidad verdadera.

      LA CASA DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA