EL CAMBIO, EL CEREBRO Y EL CURRÍCULUM EMOCIONAL
La NEUROGÉNESIS es el proceso a través del cual nuestro cerebro es capaz de generar nuevas neuronas. Tradicionalmente, se pensaba que el ser humano nacía con cerca de 100.000 millones de neuronas, determinadas genéticamente, y cuyo número decrecía con el transcurso de los años. En otro lugar, COLIN BLAKEMORE uno de los investigadores pioneros que revolucionó los pilares de la Neurociencia, llamando la atención de la comunidad científica mundial respecto de la capacidad plástica del cerebro (PLASTICIDAD NEURAL) para modificar su propia estructura física en función del aprendizaje. El cerebro dejaba de ser considerado como un órgano terminado y comenzaba a entenderse como una estructura en permanente evolución. Hoy sabemos que nuestro cerebro, en algunas regiones muy específicas, es capaz de fabricar nuevas neuronas como consecuencia de la ADAPTACIÓN AL CAMBIO y a la NOVEDAD. Lo nuevo, aunque costoso de abordar, es la puerta a la reinvención individual y al avance del conjunto de nuestra especie. Decidirnos a romper las barreras y nuestras propias "zonas de confort/seguridad" puede ayudarnos a mejorar y a convertirnos en seres humanos más completos. Aunque, muchas veces, ello implique permanecer receptivo, maduro y sereno ante algunas revelaciones sobre la realidad, o sobre nosotros mismos, que más nos cuesta aceptar.
Dice el terapeuta gestáltico JORGE BUCAY que "quien busca consejo, busca consejero". Muchos hombres y mujeres optan por permanecer en un "status quo", dentro de un entorno predecible y manejable con relación a sí mismos y a lo que les rodea. Aventurarse por caminos desconocidos, de consecuencias inciertas, no suele ser la opción evolutiva escogida por defecto. Nuestra propia biología posee un carácter conservador, es decir tendente a la propia AUTOCONSERVACIÓN. Pero para crecer es necesario atreverse, trascender los límites de nuestra propia naturaleza. Desaprender aquellas pautas y conductas que, durante mucho tiempo, resultaron útiles y ahora revelan sus carencias. Dejar paso a otras nuevas porque, en estos momentos, no tenemos otra elección. El entorno ya no es el mismo: nuestra era ha cambiado. Y con ella la sociedad, la religión, las empresas, la ciencia, la educación, los valores, la pareja y cualquier ámbito del amplio espectro humano. Y debemos esforzarnos por entender este hecho como un reto y no como una tragedia. Una sociedad inteligente emocionalmente está obligada a considerarse parte de la solución y nunca del problema.
En este sentido, los nuevos parámetros del mundo laboral vienen
definidos por el CAMBIO. La mayor parte de las empresas, en todo el planeta,
están empezando a ser conscientes de ello. Tradicionalmente, para optar a
determinados puestos directivos hacía falta un brillante currículum académico.
Un expediente repleto de competencias
técnico-profesionales, de experiencia gestora especializada o de una práctica
exitosa demostrable. Hoy, en muchos procesos de selección del mundo entero, ya
se tiene en cuenta al mismo nivel la hoja
de vida emocional del candidato: Su
mapa emocional. Porque solo aquellas personas que saben relacionarse
correctamente consigo mismas, y con los demás, llegarán a alcanzar el Éxito
profesional. Y lograrán un proyecto sostenible en el tiempo, mucho más acorde
con la nueva realidad circundante. Las competencias emocionales parecen ir
ocupando el lugar que les corresponde, poco a poco.
Y entre estas últimas parece que aspectos poco considerados hace años, como la iniciativa, la propia capacidad para motivarse e influir en los demás, el autocontrol, la adaptación al cambio, la empatía o la confianza en uno mismo, resultan esenciales a la hora de marcar la diferencia. A la hora de encontrar a la persona adecuada para dirigir equipos de personas, basados en estilos de liderazgo que convergen en la importancia crucial que posee el jefe como MODELO Y ESPEJO de su equipo de colaboradores. Un modelo mucho más completo que, además de ejercer como referente técnico especialista en una determinada materia, contempla y afronta de lleno aquello que el psicólogo CARL ROGERS se empeñó en denominar "el proceso de convertirse en persona". Y que es la verdadera escuela de vida. Porque ésta consiste en seguir aprendiendo continuamente. En equivocarse, perdonarse por ello y en volverlo a intentar hasta encontrar la fórmula correcta. También en no dar nunca nada por hecho y seguir aprendiendo de aquellos que nos rodean en nuestro día a día, sea cual sea su condición. Mucho más cuando las circunstancias cambian y vivir se convierte en un ejercicio de fe, constancia y confianza en las propias capacidades para salir adelante...
LA CASA DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA