¿EVOLUCIONAR ES INVOLUCIONAR?: LA INTELIGENCIA HUMANA A REVISIÓN
"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante"
Jaime Gil de Biezma
Escritor español (1929-1990)
Que el mundo está volviendo a renacer, bajo una nueva forma aún indeterminada, es algo que no se nos escapa a nadie. La paulatina digitalización del entorno profesional y personal, condiciona la forma de relacionarnos y de entender el nuevo mapa mundial. El acceso inmediato a diferentes fuentes de información, la profusión de miles de bases de datos y la democratización del conocimiento, han significado un punto de no retorno para el aprendizaje y la evolución de nuestra especie. Desarrollamos constantemente nuevas habilidades, operamos en entornos cada vez más complejos y somos capaces de enfrentarnos a interrogantes que, antes, no hubiéramos sido capaces de imaginar. Como contrapartida de esta nueva faceta virtual, algunas voces señalan la infoxicación, un gradual distanciamiento emocional, en muchos casos, o una equiparación ficticia de la vida real con la que sucede en nuestra pantalla.
Y en medio de todo este maremágnum se daba a conocer, recientemente en algunos medios, el impacto que los dispositivos digitales están suponiendo en la neuropsicología de los conocidos como "nativos digitales": señalaban una disminución en su cociente intelectual, por primera vez en varias décadas, en comparación con la progresión continua del mismo en las generaciones anteriores.
En 1984, James R. Flynn, llamó la atención sobre un hecho curioso que se estaba produciendo en diferentes países del mundo. Durante el siglo XX, el cociente intelectual presentaba un incremento constante, elocuente y aparentemente inexplicable en las personas. Incluso, de manera tangible, de un año para otro. Esto significaría por ejemplo que, en promedio, ¡un niño superaría a sus padres en diez puntos a su misma edad!
Muchos psicólogos y sociólogos se abalanzaron en tromba para tratar de dar explicación científica a los escurridizos motivos que provocaban este incremento. Las principales hipótesis, hoy en día, giran en torno al progreso de las pruebas psicométricas, al cambio en las políticas educativas, los avances sociales, la creciente tecnificación de las tareas o la mejora en la alimentación, entre otras. No obstante, aunque existe un cierto consenso en algunos aspectos, no se ha acabado aún de llegar al fondo de la cuestión.
El caso es que, si no llevamos a cabo una lectura más desapasionada y analítica de la cuestión, los dispositivos y el entorno digital quedarían situados en el disparadero. Convertidos en uno de los agentes principales de la creciente analfabetización de las generaciones actuales y la merma de su inteligencia. Y... ¿en qué medida hace justicia, todo esto a la realidad?, ¿es cierto que estamos volviéndonos menos inteligentes con el transcurso de los años y debido a la tecnología?, ¿es el "homo sapiens" una víctima de su propio progreso digital?
Sinceramente, me parece que la prudencia debe ser un valor al alza, en estos tiempos de incertidumbre. Durante los últimos años hemos escuchado, hasta la saciedad, que el cambio ya forma parte de nuestra rutina diaria. Que las soluciones de ayer, son difícilmente aplicables en la actualidad porque las reglas del juego son muy diferentes. Que es tiempo para ser especialmente creativos y reinventar la manera de aproximarnos a la nueva realidad.
Siendo algo más imparciales, quizá lo que debiéramos preguntarnos es acerca de si el concepto tradicional de inteligencia, o las pruebas psicológicas que han servido para evaluarla hasta el momento, son indicadores fiables dentro de este insólito contexto. Es decir, ¿necesitamos conocer y resolver problemas hoy, de la misma manera que en el pasado? ¿deberíamos revisar nuestro sistema educativo, la adquisición y la evaluación del conocimiento, para adecuarlo eficazmente a la realidad que nos apremia? ¿en qué medida es urgente desaprender, con humildad, para volver a aprender y entender finalmente de qué va todo esto...?
LA CASA DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA